jueves, 24 de diciembre de 2009

Luces Navideñas

Como ya es navidad, hay que adornar las casas con lucecitas y demás parafernaria... pero en estos casos siempre hay quién se lleva la palma, y en este caso se trata de la siguiente casa... que no sólo sabe como hacer las cosas bien, sino que además ameniza con buena música.

Así que aquí os queda esto:





Ahora ya sólo queda decir:

Feliz XXXXXXXXX (donde cada cual ponga la fiesta que más le apetezca, sea el solsticio, sea la navidad, sea el día de ausencia del trabajo, sea lo que sea)

Un Miau mu grande a todos y FELICES FIESTAS

domingo, 13 de diciembre de 2009

Ahmed el Terrorista Muerto

Ya sé que hace tiempo que no paso por aquí, pero la verdad es que cada vez que me entran ganas de escribir algo, luego me doy cuenta de que mis reflexiones serían demasiado radicales (si es que con lo que pasa por el mundo y lo mal que va todo, no sería de otra forma); así que antes de herir sensibilidades, tal vez sea mejor no decir nada... a la espera de comentar noticias más amenas y agradables... y así surge este tema, pues hoy, comiendo con unos amigos, surgió el recuerdo de esta gran marioneta llamada Ahmed. Y ante las risas que me eché en su momento al verlo, y las de hoy al recordarlo, quiero que quede constancia, para todos aquellos que leen este blog, de estos grandes momentos.


Para los que no sepan inglés, aquí pongo la versión subtitulada de sus actuaciones. Aquellos que prefieran verlo sin "añadidos" podrán encontrarlo en el propio youtube. Hay muchos, pero pongo los dos que más gracia me hicieron.


Así que ya sabeis a disfrutar con Ahmed










Así que ya sabeis...


I KILL YOU!!!!!!

lunes, 28 de septiembre de 2009

Cronicas de los Cinco Vientos: Tráfico de Armas

Acabamos de regresar de esta misión y cuanto más pienso en ella menos sentido le encuentro a todo. Este pseudo diario que llevo me ayuda a pensar y a tomar consciencia de mis acciones pasadas y por ello la mejor forma de poder entender lo que ocurrió sea recurrir al mismo para así, al leerlo varias veces, pueda enfocar estos acontecimientos con mayor serenidad. Después de todo, aún esta todo demasiado fresco como para poder pensar con objetividad, sobre todo porque en esta misión he aprendido cosas sobre mi pasado que desde luego afectarán a mi futuro... y que rompen totalmente los esquemas que tenía prefijados.

Aunque tal vez lo mejor sea empezar por el principio y dejar estas elucubraciones personales para el final, cuando pueda aclarar mis ideas.

Como ya conté en mi anterior escrito aquí, en esta misión mis dos ayudantes y yo mismo deberíamos desaparecer como magistrados y hacernos pasar por unos ronin bandidos, introducirnos en la organización que llevaba este tema de las armas, averiguar todo lo posible sobre Yokatsu (el "líder" de la misma) y desmantelarla. Algo "sencillo"... que nos lleva a dos posibles conclusiones: por un lado puede ser que el Campeón Esmeralda, mano derecha del Emperador y superior absoluto de todos los magistrados, tuviera tanta confiaza en nosotros y nuestras aptitudes que nos la encargara... o segunda opción (y en mi opinión más acertada), sin saber bien que hacer decidió encargar la misión a unos "segundones" que fácilmente pudiesen ser reemplazados en caso de "desaparición"... es decir, totalmente prescindibles.

Volviendo al tema. Nuestro primer punto en la misión era infiltrarnos en la organización, y para ello nuestra única pista residía en una localización. Un pequeño pueblo pesquero a un par de días de la capital. Obtenido este dato del interrogatorio al que sometimos al jefe de los bandidos de la misión anterior. Sin nada más que saber, nos fuimos hacia allí.

Una vez en el pueblucho, tras una ardua investigación encubierta, observamos que había dos posiblidades de "organización" en el mismo. Por un lado la casa de geishas (típico lugar de mafias y trapicheos) y por otro el puerto, donde realmente se corta el bacalao (literal y metafóricamente).

Ante esas dos posibilidades, optamos por la primera, más que nada porque las casas de geishas suelen ser siempre los grandes centros de información y trapicheos. Así que hacia allí nos encaramos, dispuestos a ser discretos en nuestra primera aparición en escena... y como siempre que se planea algo con cuuidado, una reacción opuesta ocurre.

Pongámoslo en situación. Nos sentamos los tres en una mesa, con nuestro sake, tranquilos y sin armar jaleo, con el oído y la vista puestos en nuestro alrededor, aquiriendo información para hacer un movimiento futuro... cuando de repente unos aldeanos borrechos empiezan una trifulca que nos conduce a la expulsión (nosotros a la calle, ellos al curandero más próximo) con un veto para entrar allí de por vida.

Como siempre, las cosas se tuercen nada más empezar, pero a veces las torceduras salen bien, y en este caso así fue. Resulta que los "mandamases" del gremio portuario estaban al tanto de la situación, y como consecuencia de la rivalidad manifiesta entre las dos mafias del lugar, unos "repudiados" de un lugar cuentan con buenas referencias en el otro. Así que nos mandaron llamar al día siguiente para ofrecernos trabajo.

Sin saber bien como ya estábamos dentro del negocio. Y sin haberlo buscado, por lo tanto entramos de la mejor forma posible, pues nunca sospecharían de aquellos que ellos mismos buscaron, mientras que unos que se ofrecen, siempre son sospechosos.

Una vez dentro, el jefecillo local (un viejo heimin, con años de edad... y de experiencia, a sus espaldas) nos puso a prueba como guerreros... prueba que pasamos sin mucho esfuerzo. Después de la misma ya entramos a formar parte de la familia. Una familia de mercaderes de pescado, encargados de custodiar las carretas con la mercancía entre el pueblo y la capital, entre 4 y 7 días de viaje en carretas, dependiendo de los imprevistos que el camino pudiese mostrar.

Nuestra primera entrega sería de bacalao, dos simples carretas, nosotros tres como guerreros, un ronin como guerrero y jefe de la carabana, un comerciante para hacer todos los posibles negocios una vez llegado al lugar, y los conductores de las carretas.

El viaje sucedió sin incidentes hasta que llegamos a la puerta de entrada a la capital, donde uno de los guardias encargados de vigilar decidió investigar el cargamento, encontrando, además del bacalao, sustancias prohibidas... las armas. Evidentemente acabamos todos en las celdas de la prisión a la espera de ser torturados, interrogados y ejecutados.

Como es evidente, no podíamos decir quienes éramos pues eso supondría un gran deshonor hacia nosotros y hacia el Campeón Esmeralda, por lo tanto nuestra única opción era escapar. Algo que intenté... sin demasiado éxito (las medidas de seguridad de la prisión son buenas... muy buenas).

Cuando ya pensábamos que estaba todo perdido y que habíamos fracasado en nuestra misión, fuimos indultados como si nada hubiera pasado... lo cual nos hizo pensar que algo gordo estaba pasando... demasiados hilos habría que mover para liberar a unos "don nadie" como nosotros de un cargo tan grave como la alta traición (pues la tenencia de armas de fuego es considerada Alta Traición al Imperio). Además... ¿qué se gana con nuestra liberación? ¿Quién gana algo con ella? Preguntas sin respuesta posible con nuestra escasa información. Nuestra única posiblidad era volver como si nada hubiera pasado, e intentar que se confiase más en nosotros en la organización... después de todo las dos posibilidades eran que el Campeón Esmeralda hubiera intercedido, o que la Organización lo hubiera hecho... y la primera opción era imposible, pues hubiera significado un gran deshonor hacia él y hacia su misión, algo que jamás hubiera permitido.

Una vez llegamos al poblado, el jefecillo del negocio ni tan siquiera nos dijo si él había sido quién había movido los hilos... en realidad no nos dijo nada de nada. Después de todo el arresto "nunca sucedio". Así que con eso en mente, nos preparamos para otro envío, en el cual mi humilde servidor sería el jefe. Pero en este caso estábamos preparados... habría que vigilar atentamente los carromatos, y saber cuando, como y donde daban el cambiazo, pasando transformando el pescado en armas.

En este caso tampoco supimos bien cuando fue o como fue, pero sí averiguamos el donde... entre la segunda y tercera posada se hacía el cambio. Y en la última de ellas antes de llegar a la ciudad descubrí que la "especia gaijin" (pólvora para los amigos) es una cosita muy mala. Intentaré contarlo de forma más extensa.

Resulta que antes de llegar a la posada nos dimos cuenta de que habría posiblidades de emboscada en la zona, así que en lugar de parar en ella (y en vista de que en la misma había unos samurais imperiales que tal vez no se mostrasen amistosos, información cortesía de nuestro querido explorador Ryoshei) decidimos acampar cerca, esperando a la mañana siguiente para continuar el viaje hacia la capital. De todas formas, al ser una acampada peligrosa preparamos un sistema de guardias concienzudo, así como una prohibición total a acercarse a las carretas.

Esa prohibición fue violada por uno de los guardias, que se acercó a una de ellas con una vela encendida con dos posibilidades, un espía de un clan rival por un lado, y por otro, el encargado de vigilar las armas. Eso ocurrió durante mi turno de guardia y aunque el chaval era bueno en lo suyo, yo soy mejor... aunque para lo que sirvió. Resulta que mezclar fuego con pólvora no da un buen resultado... al menos no es bueno para el que se encuentre cerca del lugar (cerca antes de la explosión... bastante lejos después). En ese momento aprendí que por mucho que sea un dragón celestial, por mucho que estçe más allá de la mortalidad de los humanos, la pólvora hace muuuuucho daño, sin importar quién o qué sea el que esté en medio.

Un herido (un servidor) y un muerto (el espía), amén de un gran estruendo y una carreta perdida.

Había que dejar la zona a la de ya. Y ahí mis dos ayudantes y amigos hicieron un gran trabajo, tanto alejando la carabana del lugar como ayudandome a mí a recuperarme. A sus órdenes la carabana se alejó por donde había venido, y acampó lejos de la posada, por si acaso.

A la mañana siguiente (gracias a mi origen celestial mi curación es elevada, de forma que ya podía volver a hacerme cargo del negocio) nos fuimos hasta la posada a repostar y seguir el camino hacia la capital, y enterarnos de si la explosión de la noche anterior había atraído algún tipo de atención no deseada (después de todo nosotros éramos unos simples mercaderes que habían acapado "antes" de llegar a la posada)... y la verdad es que nos sorprendió la ausencia de noticias sobre ello. Nadie había ido a investigar. Nadie tenía ni la más mínima intención en saber que había pasado.

Visto que nuestros enemigos (la Organización) estaba bien cubierta decidimos hacer nuestra jugada. Sacar de las carretas todas las armas, esconderlas, y dejar sólo el pescado. Ya nos encargaríamos luego de hacer algo con ellas. Pero lo importante era llegar a la ciudad y allí averiguar de que iba todo esto.

Al no llevar nada extraño (la pólvora la escondimos en los ejes de las ruedas y la hicimos pasar por un nuevo sistema mejorado de antifricción... ante lo cual los guardias, con su gran cultura popular, aceptaron ese hecho como cierto y nos dejaron pasar) pudimos llegar al lugar de encuentro, en el cual encontramos al mismo viejo que nos había mandado la misión... sentado en la misma posició, fumando la misma pipa y mirándonos con cara de asco (algo fácilmente comprensible después de cuatro días por el camino comiendo tierra y barro). Allí nos preguntó por el bacalao, pero más interesado estaba en los "congrios" y las "huevas". Así que tuvimos que enseñarle el compartimento en donde escondimos la pólvora, y prometerle que al anochecer tendríamos las armas en la zona.

Como no había opción para pasarlas por la entrada, hice creer a mis ayudantes que movería algunos hilos en la corte para pasarlas, cuando en realidad lo que hice fue esconderme, transformarme en mi forma original, volar por encima de la muralla, cargar con las cajas otra vez de vuelta y regresar a mi forma humana.

Nuestra misión se había complicado... por un lado teníamos que averiguar todo lo posible sobre Yokatsu (el jefitoste de toda la Organización), pero por otro, meter armas de fuego en la capital del imperio era algo totalmente impensable. Así que trazamos un plan... entregaríamos las armas, pero mientras tanto Ryoshei se encargaría de seguir en el más absoluto sigilo los movimientos de las mismas para evitar que se pudieran mover dentro del imperio, así como averigurar todo lo posible sobre el viejecillo... de quién teníamos sospechas de que se tratase del auténtico Yokatsu.

Siguiendo las armas nos encontramos con otro muro más en el camino... las armas se guardaban en uno de los palacios de la capital... concretamente en el palacio del Clan Tortuga. Un clan menor, pero al cual nadie se atrevía siquiera a toser, pues aunque menor tenía el beneplácito del emperador, y ante eso nadie, ni tan siquiera nosotros como Magistrados, teníamos ni la más remota posibilidad.

Con esa nueva información en mente decidimos que lo mejor sería esperar a encontrar nuevas pruebas que nos ayudasen en esta misión tan complicada. Para ello deberíamos volver al poblado y retomar nuestra tapadera como ronin, y allí sonsacar al viejo.

Pero cual fue nuestra sorpresa cuando el viejo del pueblo y el viejo de la capital, aún siendo idénticos, no eran la misma persona... el viejo del pueblo resultó no ser más que un simple vendedor de pescado (un corrupto manipulador y ladrón... pero ¿quién no lo es en ese mundillo?).

Así que estábamos como al principio... o peor. Habíamos logrado colar un cargamento de armas con una carabana. Habíamos demostrado ser buenos en ello. Y en vista de que la Organización lo sabría, no habría forma de poder entrar en ella, ya que no existe mejor tapadera que la que no existe, y si pillan alguna carabana más, seríamos nosotros los culpables y no la Organización. De forma que estábamos atrapados, y no habría forma de poder formar parte del entramado.

Así que lo único que nos quedaba era hacer el último movimiento. Esta carabana llegaría a su destino y allí le daríamos un ultimatum al viejo (quién suponíamos Yokatsu), sabíamos de que iba el asunto y queríamos nuestra parte del pastel. Si bien las posibilidades de que aceptase eran mínimas, habría que arriesgarlo todo a esa carta si queríamos entrar en el mundo de la Organización y destruirlos desde dentro. En caso de que nos dijese que no (y por lo tanto intentase matarnos) deberíamos estar cubiertos y capturarlo. Para ello, antes de llegar, yo volvería a la ciudad, desterrraría mi identidad ronin, retomaría la identidad de magistrado, hablaría con mi jefe, le explicaría el plan y recomendaría que un par escuadras de asalto estuviesen preparadas para el ataque en caso de ser rechazado nuestro ultimatum.

Pero como suele pasar con los planes elaborados, no todo sale como se espera. Después de mi informe (un día antes de que llegase la carreta, yo me había adelantado para preparalo todo), el jefe decidió que en realidad la única opción era hacer un asalto y detener al Yokatsu de marras, sin dar opción a que nos introdujera en el asunto.

Aunque mi opinión era que se equivocaba, al ser una orden directa, no me quedó más remedio que decir "Señor, Sí, Señor" y punto.

Así que como magistrado pude hacer pasar las carretas, avisando en el proceso a mis ayudantes del cambio de planes. Luego las seguimos hacia donde se haría el intercambio y allí procedimos al asalto.

Y como ya me temía todo se torció. Donde al principio había un viejo con una pipa, dos ronin haciendo negocios (mis amigos), diez guardaespaldas (que huyeron nada más vernos entrar) y 20 soldados de la guardia imperial, armados y listos para el combate, al mando de los cuales había un magistrado esmeralda (yo mismo); al final había un viejo con una pipa, dos ronin con la boca abierta, un magistrado esmeralda que aún no se creía lo que había visto y 20 soldados de la guardia imperial en el suelo inconscientes.

En vista de la sonrisa sardónica del viejo, y sabiendo que si había derrotado a 20 soldados sin tan siquiera desenfundar su espada yo no tenía ni la más remota posibilidad, ataqué con todo lo que pude... que en ese caso fue menos que nada. Estaba jugando conmigo como si yo no fuese más que una hormiga.

Pero eso no fue lo peor... éramos tres contra uno (mis amigos se habían unido a la lucha... con el mismo resultado que yo) y cuando ya veíamos que el final se aproximaba, una figura entra por la puerta y con una voz que reconocí al instante dijo:
--¿Esto es todo lo que te he enseñado?
A lo que el viejo respondió algo así como
--¿Qué esperabas? No sólo es un niño, sino que está atado a ese idiota que tiene por jefe.

Mi padre humano había aparecido en el lugar y le hablaba al "malo" como si fuesen amigos de toda la vida (y lo peor es que aún encima lo hacían para criticarme).

En ese momento aprendimos que además de los Magistrados había otro movimiento que se encargaba de proteger al Imperio... pero desde el Honor del guerrero y no desde la burocracia. Un grupo de proscritos (según la propia burocracia) pero que intentaban por todos los medios proteger al Imperio de cualquier amenaza, interna o externa. Entre los que se encontraban mi papi y el viejo.

Aprendimos también que después de mucho tiempo el viejo aún no había logrado infiltrase lo suficiente en la Organización como para averiguar nada. Y eso que llevaba en ello mucho más que nosotros (y que tanto en habilidades como en experiencia nos daba mil vueltas a los tres juntos).

Ahí ya sólo nos quedó una posibilidad. Entregaríamos al viejo como "Intermediario de Yokatsu" para interrogarlo (él ya se encargaría de escapar), y daríamos un informe completo de la situación.

Y con eso la misión se terminó. Nuestro objetivo: Capturar a Yokatsu y terminar el tráfico de armas. Nuestros Resultados: NINGUNO

Y lo peor... las preguntas que ahora me atenazan. ¿Estoy realmente sirviendo al imperio a las órdenes del Campeón Esmeralda? ¿Qué pinta mi padre en todo esto? Y peor... ¿Qué pinto yo en todo esto?

Cuanto más lo pienso más perdido estoy.

Lo único que sé es que si quiero recuperar algo la confiaza que he perdido en mi mismo, lo mejor será seguir con esto de Yokatsu y demostrar a todos (sobre todo a mí mismo) que puedo con ello y que lo que hago está bien. Así que ahora mismo, después de escribir esto, voy a ir con el Campeón Esmeralda y decirle que aún no puede cerrar el caso (y menos después de que se escapara el prisionero) y que seguiré con él hasta eliminar por completo tanto al Traficante como al tráfico.

A saber que me espera ahora... además de dudas.

sábado, 29 de agosto de 2009

Homeopatía para todos

Ayer me dieron a conocer uno de tantos videos de youtube, pero que en este caso, tanto por mi profesión, como por mis propias creencias personales, me hizo mucha gracia, y llegué a la conclusión de que era menester darlo a conocer a todos.

Y que quede bien claro... puede que el video esté en plan "coña irónica"... pero eso se debe a que la realidad es mil veces peor.

Sin más, y esperando que entendais la grandiosa verdad de la homeopatía, aquí os dejo este glorioso video:



Por cierto... lo de la "Cerveza Homeopática" no tiene precio (aunque sea un poco fuerte)

sábado, 22 de agosto de 2009

Cronicas de los Cinco Vientos: A la caza del bandido

Han pasado cuatro meses desde que partimos, y ahora que hemos regresado, es hora de poner por escrito este informe de misión, así como la "recompensa" (y lo escribo entre comillas pues menuda recompensa que nos han dado) obtenida por su éxito.

Hay que reconocer que en este trabajo las cosas no son como se venden de buenas a primeras. Cualquiera podría pensar que sería como cualquier otro trabajo... es decir, que cuando las cosas salen bien, se reciben premio, ascensos, felicitaciones. Y menuda sorpresa al descubir los que nos espera de ahora en adelante. Aunque estoy adelantando acontecimientos y tal vez sea mejor empezar por el principio.

Como bien comenté en la anterior entrada en este pseudo diario (pseudo pues no se escribe diariamente, sino cada vez que puedo), la misión era algo sencillo, hacerse pasar por ronin, infiltrarse en el grupo de ronin que habría de proteger a la aldea, derrotar a los bandidos y obtener la información sobre las armas de fuego.

Pero saber los objetivos y alcanzarlos son cosas diferentes.

La primera parte fue sencilla. Simplemente nos infiltramos entre los ronin mientras estaban siendo contratados por los aldeanos. Resulta que el primer ronin contratado era un veterano de muchas contiendas y para saber el verdadero potencial de los candidatos se les hacía pasar por una prueba... absurda a mi modo de ver. El caso es que se nos hacía pasar uno a uno a una habitación donde el ayudante del ronin atacaría por sorpresa a los candidatos. Si éstos eran capaces de darse cuenta del ataque, pasarían la prueba. En caso contrario se les rechazaría por negados. En nuestro caso concreto tuvimos un pequeño contratiempo... nosotros no somos unos simples ronin, sino auténticos samurai con auténticas habilidades. Y claro... fue entrar Ryoshei y al pobre ayudante tuvieron que sacarlo en camilla y darle los primeros auxilios para evitar su muerte. Evidentemente fuimos contratados.

Superada la primera parte, era hora de ponerse en marcha hacia la aldea.

Hay que comentar que no fue mal del todo el viaje. Buen tiempo, buena compañía (los ronin que nos acompañaban eran buena gente... menos uno, que la verdad parecía más un vulgar campesino que un auténtico samuria... algo que más adelante comprobaríamos y castigaríamos) y buena comida. Durante este viaje aprendimos ciertas cosillas sobre los bandidos. Sus pautas de conducta, sus ataques al poblado, etc. Cosas que luego pudimos aplicar a nuestra estrategia. Después de todo el hecho de conocer al enemigo es una gran ventaja a la hora de obtener la victoria.

En el pueblo planificamos la estrategia más apropiada para nuestra situación. Y hay que añadir que la ayuda proporcionada por el veterano fue todo un apoyo, pues nada enseña más a un hombre que la experiencia y en su caso iba sobrado de la misma. Entrenamos a los campesinos en el arte de la guerra (más o menos... más bien menos que más, pero bueno) y creamos barricadas para mantener al mínimo las bajas propias mientras maximizábamos las bajas enemigas. Y a partir de entonces todo era cuestión de paciencia. Esperar a que se acercasen para así poder sorprenderlos y derrotarlos. Y mientras esperábamos descubirmos algo. El ronin "campesino" resultó ser un auténtico campesino que se hacía pasar por samurai. Había profanado las almas de guerreros caídos (había tomado sus armas), y había ayudado a los campesinos a armarse con ellas. Este ultraje se castigó con la muerte. Y la del pueblo (aunque para ello deberíamos esperar, pues esta muerte se llevaría a cabo al regresar de la misión y por edicto imperial).

Aunque claro, puede que de cara al pueblo nuestro objetivo fuese defenderlos, pero en realidad nuestra misión era otra... obtener la información de las armas de fuego y eliminarlos. Puede que ambos hechos se solapasen pero no tenía porqué ser así.

El caso es que los exploradores que los bandidos enviaron para comprobar si la cosecha se había recogido resultaron emboscados y apresados por nosotros. Y con una sutil persuasión de uno de ellos (soltamos a los otros tres entre la turba enfurecida de los aldeanos, y le dejamos presenciar lo que les ocurría, y luego le dijimos que o nos contaba lo que queríamos saber o le iba a pasar lo mismo a él... ni los pájaros cantan mejor) obtuvimos toda la información sobre los bandidos: ubicación, número, estrategias, etc.

Con estos datos partimos apresuradamente hacia su guarida, en teoría para informarnos sobre ellos y confirmarlos, en la práctica para cumplir nuestra misión real.

Allí comprobamos que aunque protegidos y con guardias, en realidad no estaban preparados para un ataque furtivo. Seguro que nunca antes habían sido objeto de ataques y estaban confiados. La mayoría se encontraban festejando, y los pocos de guardia no representaban mayor problema para samurais entrenados como nosotros. Pero el enfoque, en lugar de entrar a saco, fue ir por detrás, empleando las tácticas de infiltración de Ryoshei, para así emborrachar aún más a los bandidos, y capturar al jefe en el momento apropiado.

La confianza de los bandidos en su invulnerabilidad fue su perdición. Su borrachera les llevó al sueño del que nunca despertarían y así pudimos capturar al jefe de los bandidos sin perder a nadie de nuestro lado, eliminando la amenaza de los bandidos en el proceso (no quedó ni uno).

Al jefe le aplicamos el mismo procedimiento que al explorador (más o menos) y también aprendió a cantar como los pajaritos. Averiguamos así que las armas de fuego se conseguían en una ciudad cercana a la capital, que el proveedor no tenía nombre (usaba un pseudónimo) ni cara (jamás lo había visto). Que el procedimiento para obtenerlas era tan complicado como inverosimil. Resulta que mediante un mensaje en una piedra que aparecía de la nada en la cabaña de los bandidos, se citaba al jefe a un lugar. En ese lugar, en un hueco de un arbol, aparecía un pergamino con una lista de armas y precios. El jefe procedía a marcar aquellos que quería y dejaba el pergamino con el dinero en el mismo hueco en el plazo de dos días. A partir de ahí tocaba esperar, pues en una semana más o menos aparecería otra piedra en su puerta con otra dirección. Y en esa dirección se encontraban enterradas las armas.

Es decir... estábamos casi como al principio. Nuestras posibilidades de evitar ese tráfico de armas seguían siendo nulas... o casi. Aprovechamos nuestra situación para informarnos sobre este jefe bandido, sobre sus incursiones, sobre su historial delictivo... tal vez así, al conocer sus actividades pasadas podríamos hacer un perfil o una aproximación de perfil de nuestro vendedor fantasma y de a qué tipo de gentuza vendía las armas.

Otra cosa que averiguamos fue que el pueblo que deberíamos proteger en realidad eran tan criminales como los bandidos, pues en todas las cosechas robaban parte de los diezmos para ellos, escondiendo una gran fortuna en el bosque. De ahí que aún con los ataques de los bandidos, ni el daimyo ni los magistrados tuviesen informes de ello. Ya que aún con lo que los bandidos robaban seguían teniendo grandes riquezas para entregar su parte al daimyo y seguir quedándose ellos con un gran porcentaje.

Y claro, sabiendo esto, no hay crimen que quede sin castigo. Como bien aprendieron los del pueblo cuando una visita inesperada de un magistrado (con el ejército detrás) registró el pueblo y el bosque cercano, encontrando cierto alijo que no pensaban encontrar. Como si supiesen que estaría allí. Y así el pueblo entero fue castigado, tanto por el hecho de robarle al daimyo y al emperador, como por el hecho de deshonrar a los bravos samurais caídos robándoles las armas y por ende su alma.

Al regresar a la capital, con la misión cumplida, esperando grandes elogios por parte del jefe. Obtuvimos eso... y más. Resulta que como ascenso por tan buen resultado, se nos consideraría peores que ronin. Se nos consideraría bandidos con precio por nuestras cabezas. Se nos consideraría prófugos de la justicia imperial. Se nos consideraría escoria de la humanidad.

Con los datos obtenidos por pel jefe de los bandidos, podríamos hacernos pasar por los supervivientes del ataque a éstos. Sabríamos de sus incursiones pasadas. Tendríamos un historial delictivo en los bajos fondos. Y lo más importante, el Campeón Esmeralda respaldaría nuesta cohartada con hechos... nuestras caras en carteles de "Busca y Captura". Así, con una tapadera como esa, nuestra siguiente misión sería la de infiltrarnos en los bajos fondos, averiguar todo lo posible sobre el tráfico de armas, eliminar dicho tráfico y, como extra, obtener todos los datos posibles sobre esos bajos fondos para poder ser eliminados después.

Claro... esto está muy bien. Pero, y volviendo a lo que decía al inicio, estos ascensos son un poco curiosos. Pondré en perspectiva el caso. De "don nadie" que vive en el medio del monte, cazando para comer, y viviendo en la inmundicia, pasé a ser un samurai de la noche a la mañana. De samurai, pasé a ser el Campeón Topacio (ganador del Torneo), de éste pasé a ser Magistrado Esmeralda. Una vez como magistrado pasé a ser un ronin... y de ronin a bandido.

No es lo que se pueda decir una progresión lógica. Según esto, en mi próximo ascenso seré una rata de campo... ya puestos.

Pero claro... primero habré de sobrevivir a esta nueva misión. Algo que veo muy difícil. Después de todo, el propio imperio nos perseguirá... y no sólo eso, sino que además de velar por nuestra propia seguridad, hemos de evitar muertes inecesarias entre aquellos que nos persigan, después de todo, son nuestros aliados (aunque ellos no lo sepan). Sinceramente estamos en una encrucijada un tanto peliaguda.

Aunque, todo sea dicho, sin riesgo en la batalla no hay gloria en la victoria... Además, así es todo más divertido, y la auténtica razón por la que bajé del reino celestial al reino humano fue que allí ya estaba un poco cansado de la misma rutina (y de las broncas paternas por no pegar clavo) y necesitaba acción... claro que ahora, tal vez acción sea lo que me sobre.

A saber!!!

sábado, 8 de agosto de 2009

Crónicas de los Cinco Vientos: Primera Misión

Por fin tengo ya mi puesto asentado… al menos de momento, pues aún me falta demostrar mis aptitudes para el cargo. Cargo que, todo sea dicho, se me hace un poco grande… y todo porque las presiones familiares me han colocado aquí. Y no se trata ya de que me echen un cable los familiares humanos que en teoría han de velar por mi futuro. Aquí hay hilos moviéndose en esferas de influencia aún mayores. Y lo peor de todo es que me hacen sentir un tanto manipulado. Pero que quede clara una cosita, el hecho de ver los hilos me permite vivir acorde a mi propio sentido de la vida, así pues no tendré porqué cortar aquellos que me acomoden en una vida mejor. Después de todo, los lujos y el nivel de vida a que me acostumbré en casa de mi padre humano brillaban por su ausencia, de forma que si ahora puedo aprovecharme un poco de esos hilos, pues mejor que mejor. Aunque creo que la mejor solución será empezar por el principio y relatar todo lo acaecido desde que recibí el trofeo de campeón en el torneo.

Ya había contado que después del torneo, mi abuelo y mi tío me habían llamado para contarme sus planes de ascenso hacia mi persona, empleando sus influencias para que se me concediera el título de Magistrado Esmeralda. En aquel momento acepté su ayuda (aún sabiendo que dicha ayuda me acarrearía una responsabilidad futura para con ellos). Pero de ahí a un poco, habiendo bajado los escalones del palacio grulla de la ciudad de Suma, me paró un mensajero Miya. En ese momento me imaginé que mi tío (por eso de ser de la misma familia imperial) se había olvidado de algo, o bien había decidido que yo no valía la pena. Pero cuál fue mi sorpresa al darme cuenta de que no se trataba de nada similar. Resulta que ahora tenía una cita con el Campeón Esmeralda… la mano derecha del Emperador en persona.

Al acudir a la cita (evidentemente me di prisa hasta límites insospechados… no es plan hacer esperar a tan altas esferas) me encontré con otra sorpresa aún mayor. Resulta que la solicitud para entrar a formar parte de los Magistrados que mi tío y mi abuelo habían redactado a mi nombre fue rota en mi presencia por el mismísimo Campeón Esmeralda. Y no sólo eso… resulta que el puesto de Magistrado Esmeralda que me esperaba no necesitaba de las referencias de dos simples samurais de bajo rango (palabras textuales del Campeón… claro que a su modo de ver el mundo, cualquiera es de rango bajo a su lado), pues mis referencias estaban a un nivel superior. De forma que mi ascenso sería inmediato y se me requería a la mayor prontitud posible en Otosan-Uchi (capital imperial).

Con esas palabras me despidió hasta un par de semanas después, pues ese es el tiempo mínimo necesario para recorrer la distancia entre Suma y Otosan-Uchi… o al menos eso pensábamos ambos. Resulta que luego de reunirme con mis nuevos ayudantes y viejos amigos, indicándoles cuales serían nuestros planes, y analizando la ruta más corta para llegar, otro mensajero Miya nos salió al paso, diciéndonos que estábamos cordialmente invitados a un crucero de lujo que saldría a la mañana siguiente de Suma con destino Otosan-Uchi.

¿Quién nos invitó? Y lo más importante ¿porqué? Esas preguntas serían respondidas en el propio crucero… un barquito de imponente manufactura, custodiado por la armada imperial, en el que viajarían los más importantes daimyos del imperio así como el propio Emperador y su esposa. Y nosotros estábamos invitados a él… la verdad es que con tanta sorpresa ya no podíamos ni imaginar qué nos depararía el futuro.

Una vez en el barco, y ante la atónita mirada de magistrados y gente de alto copete del Imperio, decidimos hacer buen uso de esas invitaciones y atracarnos en el buffet libre que se ofrecía… durante un rato al menos pues poco después de partir otro mensajero (creo que con tantos mensajeros que vienen a mí, dentro de poco me van a conocer más que al mismísimo Emperador) me dice que la Emperatriz quiere verme. Y como para decir que no. Así que allí voy, a ver si algo se me aclara todo este asunto.

Prescindiendo de todo protocolo posible (y de todas las medidas de seguridad que son imprescindibles en alguien como ella), nos quedamos a solas (con gran cabreo por parte de su guardia personal, hay que añadir) y en eso me cuenta que este “ascenso” ha sido recomendado por su jefe en persona. Y ahora es cuando hay que decir que por “jefe” no se refiere a su esposo, sino al Dragón a quién ella sirve, el Dragón de Vacío. Me explica también que en una visión su jefe le comentó que nosotros tres seríamos piezas claves en los próximos acontecimientos que tendrían lugar en el Imperio. Y con esas palabras me despidió, aconsejándome guardar el secreto a todos… incluidos mis dos nuevos compañeros de fatigas.

Y ahora me toca analizar un poco todo esto. Resulta que un dragón es el que me ha conseguido el puesto… y yo soy un dragón. De ahí lo de los enchufes familiares que decía al principio. Al final la familia mueve los hilos, de eso no hay duda. A ver si el viejo, o el yayo han estado haciendo de las suyas de nuevo y, como se aburren mucho en Tengoku, han pasado a ser el Gran Hermano que rige mi vida como humano. Otra posibilidad es que esos acontecimientos futuros en los que nos vamos a ver mezclados sean una oportunidad que nos dan los dioses (léase el yayo y compañía) para demostrar nuestras aptitudes…

Aunque claro, conociéndonos, seguro que esos acontecimientos, al margen de ser buenos o malos, sean llevados a cabo por nosotros mismos en alguna de nuestras habituales pifias. Así pues si el Imperio se derrumba, que quede claro (de ahí que lo ponga por escrito) que NO ES CULPA MÍA.

Pero dejándonos ya de divagaciones absurdas continuaré con el relato de esta primera misión.

Resulta que una vez en Otosan-Uchi se nos encomendó una tarea complicada: Gastar dinero. Y no estoy siendo sarcástico. Para alguien como yo, que viene de la más profunda miseria, donde para comer había que cazar o pescar, donde la vestimenta más apropiada para cada día era un simple trapo para atarse en las partes pudorosas, que se me otorgue una cantidad equivalente al dinero necesario para alimentar a todo un ejército durante años… y cuyo único propósito sea gastarlo. Menudo chollo de trabajo.

Claro que también hay que añadir que tiene sus inconvenientes, como son el hecho de tener que llevar la contabilidad de todo ese dinero, anotar las entradas y salidas. Llevar al día los ingresos y gastos, procurar cumplir con los impuestos (una de mis misiones como magistrado era la de recaudados de impuestos), etc.

Pero aún así todo era increíble. Mucho lujo, mucho poder, y nada de responsabilidad (después de todo llevar número no es que sea una gran responsabilidad… basta con ser honrado y punto). Menudo Chollo.

Al menos eso pensaba hasta que nos dieron nuestra primera misión.

Resulta que en una de las aldeas lejanas, donde la ayuda de los daimyos se difumina un poco, unos bandidos estaban haciéndoles la vida imposible a los campesinos. Éstos, al ver que la ayuda de los altos dirigentes no aparecía, decidieron tomarse la justicia por su mano, y contratar a ronin para que les echaran un cable y así librarse de los bandidos.

Bien es cierto que un problema así no tiene nada que ver con la justicia Imperial, y por lo tanto un magistrado como yo no pinta nada en ese asunto. Pero los informes de inteligencia dieron a entender que esos bandidos usaban algo totalmente prohibido en nuestro mundo: las armas de fuego. Eso es un crimen que no se puede consentir y que sí está en la jurisdicción de mi cargo.

Pero claro, mantener la política y las intrigas de corte, también es mi responsabilidad, por lo tanto para esta misión, deberíamos hacernos pasar por simples ronin, y hacer que se nos contrate por los aldeanos. Ayudarlos es algo secundario… la misión realmente es encontrar esas armas de fuego, analizar su entrada en el Imperio, y eliminar a los conspiradores.

Para ello deberíamos hacernos pasar por ronin en todos sus aspectos, de forma que mi querido daisho (esa katana tan molona y ese wakizashi tan fantástico) se quedaría en palacio, la ropa a la que me había acostumbrado también. Nada de ir a caballo. Nada de llevar dinero… era hora de volver a ser un simple pordiosero. Unas espadas cubiertas de óxido y mugre. Una ropa raída y ajada. Una apariencia un tanto penosa… y a por todas.

Sinceramente, menuda putada este trabajo. Tanto lujo y cosas buenas que se me ponen debajo de la nariz y justo cuando creo que he encontrado mi lugar en el mundo, van y me lo sacan de golpe.

La verdad es que interpretar este papel no va a ser nada difícil, sólo tengo que retornar a mi vida pasada. Pero eso sí. En cuanto esta misión se de por concluida, menuda juerga me espera… y que quede bien claro, a cargo de los “Fondos Reservados”… reservados para “purificar” mi maltrecha alma.

Y ahora a ver que tal nos va con esto...

sábado, 11 de julio de 2009

Cronicas de los Cinco Vientos: El Campeonato

Ahora entiendo muchas cosas que no podía explicar antes. La idea de mi padre de escribir y llevar un diario de mi vida cobra un nuevo sentido. Pues la vida que he llevado hasta el momento no es más que una parte insignificante del todo. El tener escrito esto me permite ver como cambian las cosas y como puedo introducir dos vidas diferentes en un único cuerpo. Pues todo cuanto he vivido como Mirumoto Shiro, hijo de Mirumoto Tetsui, no es más que un “añadido” a la historia de la vida de Shiro, hijo de Kiteshi (conocido entre los rokuganeses como Ryoshun, el Dragón de la Muerte, y también como Kiteshi, Trueno Dragón), y Dohi Shizue (conocida por los rokuganeses como Trueno Grulla).

Así pues soy un hengen youkai ryu. Soy un dragón en todo el sentido de la palabra. Un cambiaformas que viene de Tengoku, hogar de mis padres (si bien también se pasan a menudo por el Yomi, el hogar de los ancestros bendecidos, y por el Meido, donde trabaja mi padre… un trabajo duro, pero que alguien ha de hacer).

Nací en el propio Tengoku y allí crecí hasta alcanzar una edad más que adulta para un mortal. Con treinta primaveras en mi haber seguía siendo una especie de parásito, viviendo en la casa paterna y vagueando día y noche. Después de todo al ser mis padres grandes personalidades en ese reino (mi padre sobre todo, pues Él es un Kami mayor) nunca tuve la necesidad de hacer nada por mí mismo.

Esa actitud hacia todo cuanto me rodease me trajo unos cuantos enfrentamientos con mis viejos. Por una parte manteníamos las riñas típicas de padres e hijos, pero por otra ya empezaba a cansar el hecho de seguir viviendo de gorra en su casa. Pero por mi parte no había nada que me impulsase a buscarme los garbanzos.

Tal vez al poseer la sangre de dos seres divinos que habían logrado ganarse esa divinidad como humanos, hacía que mi mera existencia en el Tengoku no me aportase ningún aliciente. Así que un día, catorce años atrás, mis padres me llamaron y me dieron un ultimátum. Debía bajar a Rokugan y ganarme un nombre. Debería ser capaz de hacerme un nombre y una reputación que diese honor a la familia de la que procedía. Después de todo no sólo mis padres pertenecen al Orden celestial, sino también mi abuelo, el primer Dragón: Togashi.

Aunque en un principio la idea me pareció totalmente descabellada (después de todo la vida no me iba mal allí… hacía lo que quería, cuando quería y como quería, y, siempre que me mantuviese dentro de unos límites, no tenía ningún tipo de repercusión negativa). Pero recuerdo que mi abuelo vino a visitarme y me llevó de paseo a un apartado donde me dio a entender que no sería tan mala idea… y me convenció. Una de las razones que dio fue que vivir como humano me daría un objetivo en la vida (algo de lo que carecía), así como un sentimiento de permanencia al Orden Celestial, tanto humano como divino. Pues los dragones (aunque menor, yo soy un dragón) podemos hacernos pasar por humanos, de una forma tan perfecta que nadie se podría dar cuenta de que no lo somos. Esa fue una de las razones… la otra (y principal) queda entre mi abuelo y yo… hay secretos que es mejor no desvelar.

Así que accedí al “trabajo”. Y eso que venía con pegas. Pues no bajaría a la Tierra a suplantar a algún humano y así ganarme un destino, sino que bajaría directamente como humano, naciendo de mujer, con mi memoria borrada y mis poderes divinos sellados. Situación que permanecería hasta alcanzar la mayoría de edad. En ese momento me pareció una mala idea, pero como tenía fresca la conversación con el yayo, acepté de todas formas… y así empezó la vida de Mirumoto Shiro… un niño humano como cualquier otro, que creció hasta cumplir los 14 años, momento en el que recuperó los recuerdos de su otra vida… mi vida. Incluso he recuperado mi esencia de dragón, aunque limitada al más bajo nivel entre los dragones menores, pues he de ganarme mi propio nombre y poder (condición que acepté sin darme cuenta de lo que significaba… uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde). Ahora mismo lo único que me queda de mi divinidad es la posibilidad de regresar a mi forma real (como dragón… un tanto enclenque y esmirriado, pero dragón al fin y al cabo) y poco más. El resto de mi poder lo iré ganando mientras viva.

Puede que sea un dragón. Puede que sea el hijo de Kiteshi y Shizue. Pero por ahora mi misión es la de ser un simple humano, un samurai Mirumoto, debiendo pasar por humano a los ojos de todos. Cumpliendo con la vida que me he autoimpuesto… después de todo, al haber vivido como humano y tener los recuerdos de una vida humana en mi haber, puedo decir que ya sé que es lo que me faltaba en Tegoku. La experiencia y el conocimiento que sólo con la vida se adquiere. Así que cuando vuelva a ver a mi padre (el real) podré decirle que no hay nada que perdonar… sino todo lo contrario, pues esta oportunidad que me ha dado es algo que por mi mismo nunca hubiera encontrado, y que realmente necesitaba.

Y ahora que ya está contado todo lo necesario sobre mi doble origen, he de regresar al momento en que, a falta de unos días para mi cumpleaños mortal (momento en que aún no había recuperado mis recuerdos) mi padre me llamó para hacerme entrega de unas cosillas que en aquel entonces no tenía ni idea de lo que podían significar en mi futuro. Un daisho (la katana y el wakizashi que habían pertenecido a la familia de su mujer durante generaciones… nemuranai despertados) de una manufactura exquisita con un brillo interior tan fuerte que sólo al posar las manos en ellos se podía intuir su poder. Y una carta del campeón del clan Dragón, en la que se me instaba a representar a la familia Mirumoto en el Campeonato Topacio que se celebraría por primera vez desde la caída de El Que No Debe Ser Nombrado y el ascenso de Toturi I como emperador de Rokugan. Así como una carta de paso entre los distintos territorios que habría de cruzar para llegar a la Capital. Un viaje que me llevaría una semana aproximadamente

Si bien es cierto que mi apariencia podría resultar chocante, por un lado un daisho de valor incalculable, y por otro unas ropas raídas y sucias (amén de una apariencia física curiosa en aquella época, pues mi pelo es blanco y mis ojos son verdes, así como una marca de nacimiento con forma de dragón blanco en mi espalda… un regalo de despedida de mi viejo); tampoco es que me preocupase mucho, pues mis contactos con otros seres humanos se limitaban a mi padre y a los dos eta que nos servían de sirvientes en la cabaña… por lo que no cabía en mi mente nada extraño con ello.

Fue al tercer día de viaje (justo el día de mi cumpleaños) cuando mis recuerdos volvieron a mí. En ese momento tuve una visita inesperada… mi madre. Estaba ahorrando camino por un atajo que había encontrado, cuando en medio de un resplandor cegador apareció mi madre. Allí, después de una separación de 14 años, nos reencontramos como lo que éramos: familia. Y me dio un regalo que no podía dejar de aceptar (ya me dijo que era a espaldas de mi padre, pues en principio el propósito de mi vida como humano era aprender a arreglármelas por mi mismo, pero que aún así no podía permitir, como madre, que su hijo vistiese como un pordiosero). Me regaló un kimono de una calidad increíble. Con el diseño básico del clan Dragón (mon Mirumoto), pero en cuyo interior (lejos de cualquier mirada indiscreta) llevaba bordadas unas grullas (un recuerdo de su propio clan). De esta forma, cuando me presentase al torneo no tendría que hacerlo con las ropas que llevaba (lo cual sea dicho de paso, no sería demasiado apropiado… pero como no tenía otras, no me quedaba más opción).

Después de su despedida (con la promesa de seguir mis progresos con gran expectación… algo que me ilusiona, pero al mismo tiempo limita mis movimientos… pues nunca se sabe lo que estará viendo; y hay cosas que es mejor no mostrar a una madre… espero que el yayo me eche un cable… Él sabe por donde van los tiros), y al cabo de unos días más llegué a la frontera de las tierras Grulla, donde esperé pacientemente a que llegasen más participantes, pues aunque sé comportarme entre la sociedad de Tengoku, mis conocimientos de la sociedad humana son un tanto limitados. Así que preferí no dar demasiado la nota yendo acompañado por otros que me indicasen (aún sin saberlo) como hacer una vez en sociedad.

Así conocí a dos compañeros que luego se transformarían en amigos. Shigure, artesana del clan Grulla (el apellido familiar lo ganaría después, al superar su mayoría de edad en el torneo); una chica de mi edad que tenía como ventaja para mí que aún daba más la nota que yo, pues su forma de vestir era de todo menos discreta, al llevar la menor cantidad de ropa posible en todo momento (un verdadero regalo para la vista), consiguiendo así que cualquiera mirada se posase en ella y no en mí. Y luego está Ryosei, un ronin de nacimiento, que iba al torneo tanto para adquirir su mayoría de edad como para demostrar que, aún sin familia respaldándolo, podía llegar a lo más alto.

Durante la siguiente semana de viaje llegamos a conocernos bastante bien y a intimar bastante, compartiendo recuerdos y vivencias. Son buena gente y buenos amigos.

Una vez llegamos a la Capital ocurrieron varias cosas dignas de mención, al margen del propio torneo. El día anterior a comenzar las pruebas del torneo, la comitiva en la que viajaba el emperador hizo un alto en el camino (algo que jamás había sucedido) y el propio emperador, corriendo la cortina que cubría su carruaje, miró en la dirección en que nosotros tres nos encontrábamos y saludó con la mano. Momentos después volvió a moverse y las cosas siguieron como estaban… al menos para todos los demás, pues para nosotros tres ya no volverían a ser iguales.

Ninguno de los tres sabía a que se debía ese gesto. Todos pensábamos que estaba saludando a alguno de los otros dos. Al final supusimos que saludaba a alguien distinto que estaba detrás nuestra… pero aún cuando no se refería a nosotros, hemos de reconocer que nuestra situación cambió. Donde antes estábamos en una pensión de mala muerte (Shigure no, pues ella, como miembro del clan Grulla, tenía dormitorio en la academia), ahora pasamos a las dependencias VIP de la academia (incluida Shigure)… se nota que es bueno tener contactos… aún sin saberlo.

A partir de entonces empezó la presión, pues a los tres se nos exigía demostrar nuestro potencial más allá de lo que a cualquier otro, pues éramos los “elegidos” por el emperador. Y así empezaron las pruebas preliminares, en las cuales se demostraría si estábamos o no capacitados para ser llamados samurai.

Demostré que las enseñanzas de mi padre humano habían dado sus frutos en relación a las artes del combate, pero que hay un gran abismo entre teoría y práctica si tenemos en cuenta las enseñanzas de las relaciones personales y el comportamiento en la corte. Me consuela pensar que al menos el kimono que me regaló mi madre me debió ayudar a aparentar, que si llego a hacer el ridículo como lo hice con la ropa que iba a llevar, lo más probable es que me expulsasen para no volver jamás.

De todas formas el resto de las pruebas me permitió graduarme con buena puntuación en el previo, al igual que a mis dos amigos. Y así pudimos pasar al Torneo propiamente dicho.

Un torneo eliminatorio donde en base a duelos de iajutsu se decidían las rondas, hasta llegar al vencedor.

Aquí he de hablar con humildad y sin un ápice de falsa modestia. Gané el torneo, pero más por la inutilidad del resto de los participantes, que por mis propios méritos. Y lo mismo he de decir relativo a Shigure y a Ryoshei. Si bien fuimos los tres mejor clasificados (Shigure tercera y Ryoshei el finalista), el resto de los participantes no eran rivales a tener en cuenta. Supongo que al ser el primer torneo en tanto tiempo, la elección de candidatos al torneo se debió centrar más en la cantidad que en la calidad.

De todas formas, gracias a este puesto obtuve un daisho de gran calidad como regalo. Así como algo de dinero (en realidad una pequeña fortuna… acostumbrado como estaba a sobrevivir con lo puesto, casi pensé en retirarme) y una reputación que ahora deberé mantener. Mis amigos también recibieron premios por su puesto en el torneo, si bien no tan sustanciosos como el mío.

Aunque ahora viene lo más curioso del asunto.

Resulta que al terminar el torneo recibí una carta de un emisario Miya (una de las familias imperiales) en la que se me citaba personalmente a una entrevista personal. Sin saber bien a que atenerme accedí (aunque en realidad no tenía posibilidad de negarme) y acudí a la misma.

En una sala privada del Palacio me encontré con que había dos hombres, uno bastante mayor, el otro de la edad aproximada de mi padre humano, esperándome. Ambos tenían cierto aire familiar.

Allí me enteré de ciertas cosillas interesantes. Resulta que la esposa de mi padre humano, la mujer que murió al darme a luz, era la hija de uno de ellos, y el daisho que ahora portaba le había pertenecido a él: Mirumoto Kenji. Era mi abuelo.

El otro era mi tío, el hermano de mi madre. Miya Masaru, que aunque había nacido Mirumoto, había entrado a formar parte del clan imperial Miya por matrimonio.

Allí reunidos me explicaron que la decisión de mi padre de abandonar el clan y tomar el camino del guerrero había decepcionado mucho las esperanzas de ambos. Pues con mi nacimientos se daba paso a una nueva generación que debería seguir el camino del servicio al Imperio. Y que al llevarme consigo a su peregrinaje, siendo yo aún un bebé y por tanto no una persona, la decisión tomada por mi padre pasaba mí. Pero que ahora al haber cumplido la mayoría de edad y haberme graduado (con gran honor al haber ganado el campeonato), volvía a estar mi mano el tomar la decisión. Si seguir el camino del guerrero como había hecho mi padre antes que yo, o bien retomar el código del bushido y regresar con honor a la función que debería haber tomado él.

Además, al haber quedado como Campeón, se me habría la posibilidad de empezar a trabajar como Magistrado Esmeralda. Puesto en el cual, al margen de Clanes y Familias, la única autoridad que regiría mi vida sería el propio Emperador (en realidad toda la cadena de mando hasta llegar a mi posición, que sería la del último de la fila… pero por algo se empieza).

No necesité pensarlo demasiado, pues ahora que ya conocía mi origen al completo, el auténtico propósito de mi llegada al mundo humano era el de obtener vivencias. Y las que podría darme el camino del guerrero ya las conocía (y la verdad eran un poco aburridas de tan repetitivas). Así que acepté.

Además tendría un bonus, pues como Magistrado Esmeralda podría contratar ayudantes para el trabajo, y así no tendría que separarme de mis nuevos amigos, pues podría tenerlos como ayudantes (aunque de cara a la galería yo sería el jefe y ellos los empleados, en el fondo seguiríamos siendo los tres colegas que aprobaron juntos el examen de mayoría de edad). Y, aunque sé que Shigure tendrá que pensárselo, por lo todo lo que conlleva ese nuevo puesto, también sé que Ryosei no dudará en aceptar… después de todo, qué mayor honor hay para un ronin que el servir a un alto cargo.

Y por ahora es todo lo que contar. Tal vez más adelante, cuando hayamos adquirido nuevas experiencias y vivencias pueda seguir con este diario. Hasta entonces, habrá que seguir con el día a día… a ver que pasa.

Cronicas de los Cinco Vientos: Origen

Falta poco más de una semana para mi catorceavo cumpleaños y mi padre me ha dicho que para entones habré de superar la prueba más difícil de mi vida. Donde deberé elegir mi destino.

Como previo a la misma me ha dicho que debo hacer balance de mi vida hasta el momento, y para ello me ha provisto de pergaminos, pincel y tinta; pues así, al tenerlo escrito, podré analizar mis vivencias y tomar una decisión de forma más acertada.

Nunca se me ha dado bien esto de escribir, pero no me queda más remedio, así que procuraré hacerlo con el menor número de faltas ortográficas posibles (si bien para ello emplearé kana en lugar de kanji, pues mi dominio de estos últimos es un tanto lamentable).

Empezaré con mi nombre: Mirumoto Shiro. Y con una breve descripción de mi situación al nacer (si bien esta descripción es más el recuerdo de lo que mi padre de contó años después que lo que mi memoria de aquel entonces pueda retener). Mi padre, Mirumoto Tetsui, a la muerte de su esposa durante mi nacimiento, recibió en sueños la visita de Ryoshun, el Kami custodio de la vida y la muerte, quién le dio el encargo de anunciar su retirada del clan Dragón y dedicarse al camino del guerrero. Y a ese viaje debería llevarme a mí, aún un bebé, para educarme como bushi, hasta alcanzar la mayoría de edad.

A partir de ese momento, y con el rechazo de su familia (una cosa es ver dioses en sueños y otra muy distinta decirlo abiertamente… mi padre será muchas cosas, pero no tonto) por su decisión, marchó hacia las montañas, donde en una pequeña cabaña apartada en las montañas cercanas a La Ira de los Kami (el volcán que hace años causó una gran fiesta de fuegos artificiales). Allí se dedicó a entrenar su arte y a educarme a mí en el mismo, así como en los conocimientos necesarios para llegar a ser un buen samurai.

Y desde que tengo memoria siempre ha sido así. Entrenamiento y más entrenamiento. Tanto en las artes de la espada como en las artes de la corte (si bien en este caso se trataba más de la teoría que de la práctica, pues aún ahora, a punto de cumplir mis 14 años y alcanzar la mayoría de edad, mi único contacto humano ha sido el viejo) y las bases del honor. Al menos he de reconocer que no fue tan malo como pueda entenderse, pues cada diez días de entrenamiento mi padre me concedía un día de descanso en el cual podía ir a donde quisiera y hacer lo que quisiera.

Y es de esos días de los que quisiera hablar, pues de los otros no es que haya mucho que contar. Durante esos escasos días en los que mi libertad era absoluta, pues desde que me levantaba hasta que llegaba la hora de regresar a casa, no tenía nada más que hacer que divertirme… y eso hacía. Esos días siempre me levantaba más temprano que de costumbre, intentando exprimir al máximo las horas de libertad que me brindaban. Gracias a eso aprendí a moverme por los montes y montañas cercanos, a camuflarme en los bosques y a pasar desapercibido (la otra opción era ser devorado por los animales salvajes que siempre se pueden encontrar en esas tierras). Aprendí también a valerme por mi mismo, a la hora de conseguir comida y resguardo de la lluvia y las inclemencias del tiempo.

Fueron esos días libres los que me dieron el conocimiento y la experiencia necesaria para superar una de las pruebas que mi padre me impuso en el entrenamiento, al cumplir los 12 años. Una prueba de supervivencia, en la cual, durante el tiempo que fuese necesario, debería estar en la montaña de al lado de nuestra cabaña, subsistiendo con mis propios medios, y meditando hasta alcanzar la visión que me indicase que era hora de volver.

Reconozco que mi primera idea era la de pasar el mayor tiempo posible de libertad, por lo que acepté encantado esa prueba. Pero a medida que pasaban los días, el aburrimiento se hacía más y más insoportable. Tantos años de entrenamiento se habían transformado en un hábito y la inactividad se me hacía insufrible. Fue entonces cuando entendí el propósito de la prueba, que no era otro que el de darme cuenta de que por mucho que mis deseos intentasen controlar mi vida (el deseo de diversión, el deseo de vaguear), mi propio yo consciente estaba entrenado para dominarlos y controlarlos. Pero ese conocimiento no me servía como “visión”. Mi cometido durante esa prueba era la meditación, adquirir el control sobre mi propio ser hasta poder encontrar esa visión que me permitiera regresar.

Y he de decir que no tuve una, sino dos de ellas. El problema es que la primera no puedo calificarla de “visión reveladora”, sino más bien de “visión alucinógena”. Es probable que la carencia de sueño, junto con las setas que había comido ese día tuvieran algo que ver… claro que nunca lo sabré con certeza. Intentaré relatarlo con la máxima exactitud, tal vez así, al tenerlo escrito, pueda encontrarle otro sentido.

Era de noche. Llevaba toda la tarde en la posición del loto, a la orilla de un riachuelo que tenía cerca de la cueva donde me refugiaba. El estómago no paraba de darme avisos de que la comida había sido escasa (y tal vez en no demasiado buenas condiciones), así que cuando no pude acallar durante más tiempo esos rugidos y retortijones provenientes de mi interior, y dándome cuenta de que para meditar hay que estar en paz con uno mismo, decidí hacerle una visita a la madre naturaleza y “abonar” el bosque.

Había terminado de “comulgar con la naturaleza” cuando escuché un ruido que venía de cerca. Era una especie de zumbido sordo, como el que se produce al frotar dos hojas de pergamino, pero continuo. Sin saber muy bien que me iba a encontrar, me acerqué en silencio, procurando no descubrir mi presencia. En un claro cercano a donde había estado meditando se encontraba posado un enorme pájaro brillante, como si fuese de metal. De forma antinatural emitía luz desde la piel como escamas incendiadas, pero de un color azulado. Y cuando ya no parecía haber nada más extraño, la barriga del ser se acercó a tierra y se abrió dejando salir dos formas, básicamente humanoides, pero también brillantes y metálicas. No parecía que llevasen armas, por lo que pude deducir que se trataba de simples seres inferiores al servicio del demonio que los había creado. Así que, aunque yo tampoco llevaba armas, mi propio cuerpo se puede considerar una, y, aunque mi estómago me decía que sería mejor volver a “comulgar con la naturaleza”, mi mente no podía permitir que seres tales demonios campasen a sus anchas por tierras Dragón. Así que seguí agazapado, esperando el momento de atacar. Los seres no parecieron darse cuenta de mi presencia y se dedicaron a recoger plantas y agua del regato cercano, momento que aproveche, ya que estaban de espalda, para hacer mi entrada y derrotarlos… claro que del dicho al hecho hay un trecho. Fue salir corriendo de mi escondite en su dirección y tropezar con una raíz escondida. Mi gozo en un pozo. Evidentemente ellos se dieron la vuelta y avanzaron hacia mí, señalándome uno de ellos con un objeto raro, mientras el otro le decía cosas en un idioma desconocido. Del objeto surgió una luz azulada y lo siguiente que recuerdo es despertar en el sitio en que caí, sin ninguna prueba de que lo que había pasado fuera algo más que un sueño.

Definitivamente hay que conocer bien las setas para poder llevárselas a la boca.

Después de esa “visión” seguí entrenado con más fuerza aún, intentando lograr encontrar el camino de regreso a casa (metafóricamente hablando). Todas las mañanas las dedicaba al entrenamiento y las tardes a meditar… hasta que un día, casi dos meses después de empezar la prueba, recibí la esperada señal. Había regresado a la cueva a dormir, y en sueños se me apareció un dragón. Era de un blanco puro, como la nieve recién caída. Poseía en sus ojos carmesí un poder tan desmesurado que inmediatamente me di cuenta de quién era. Se trataba de Ryoshun, el Dragón de la Muerte.

Aunque pueda parecer extraño, no me asusté en su presencia, fue como si en lo más profundo de mi ser, conociese a ese dragón… como si una especie de conexión mística nos uniese… más que conexión, familiaridad. Y sus palabras escondían emociones que jamás hubiera podido preveer en alguien como Él… cariño, afecto. ¿Dónde queda la imagen que tenemos los rokuganeses del Dragón de la Muerte? ¿Qué ha sido de ese ser de Justicia que nos juzga al morir para decidir nuestra próxima reencarnación? Lo único que me dijo fue:

>> Pronto llegará el momento en que todo te será revelado. Hasta entonces vive en paz y disfruta de esta libertad que tanto tiempo has ansiado. Ya no está en mis manos hacer más, ahora eres tú el dueño de tu destino. Cuando el momento llegue, espero que puedas perdonarme. Hasta la próxima.

Cuando desperté me di cuenta de que la señal había llegado y que era el momento de regresar. Mi padre no preguntó cuál había sido el motivo de mi regreso, ni cual la señal que había recibido. Y yo no dije nada. Este es un secreto que nos pertenece a Ryoshun y a mí. Además de que no entendí demasiado que es lo que quería decirme… ¿porqué necesitaba un Kami mi perdón?

Han pasado casi dos años desde entonces y sigo sin conocer la respuesta. Tal vez aquello sólo haya sido un sueño. Tal vez mi mente entendió que había llegado la hora de dejar el aislamiento y retomar el entrenamiento. Tal vez mi ser más profundo tenía morriña y ansias de regresar al hogar. Pero la duda de si aquel sueño fue realmente una señal me perseguirá por toda mi existencia mortal. Pues sé que el día que muera y me encuentre cara a cara con Ryoshun podré por fin salir de dudas.

Ahora ya sólo queda esperar a que llegue mi cumpleaños. Seguiré con el entrenamiento y trazaré mi propio destino.

Cronicas de los Cinco Vientos: Presentación

Este blog lo empleo casi de forma exclusiva en criticar el mundo actual, en poner por escrito esas reflexiones que tanto me acompañan en las charlas de café con los amigos mientras se intenta arreglar el mundo (aunque hay que reconocer que sin mucho éxito).

De todas formas, y al ser un mecanismo de escritura, he decidido darle un enfoque un poco más amplio. Pues, además de esas reflexiones (que no voy a parar de hacer... espero), voy a empezar a contar una historia. Una historia que no me pertenece aunque la escriba yo, pues es la de unos personajes de un juego de Rol (La Leyenda de Los 5 Anillos).

Aunque la primera parte sí es propia (es la historia del protagonista antes de conocer a sus compañeros de aventura), el resto se irá escribiendo a medida que avancen las partidas, y los sucesos que ocurran en ella serán las gambadas que cometamos en las partidas, narrando las pifias y los críticos. Novelando un poco las risas que nos echemos en esas tardes de roleo.

Esperando que os gusten estas vivencias fantásticas, aquí os dejo la primera parte de la historia de Shiro

martes, 16 de junio de 2009

Sindicalismo

Así como ayer le di al humor en este blog, hoy retorno a mis orígenes con algo un poco menos gracioso (aunque siempre es posible reir por no llorar)

Leo en el períodico de hoy una noticia interesante, en la cual, al margen de titulares sensacionalistas y de comentarios en mayor o menor medida acertados o desafortunados, el fondo de la noticia es el que sigue: la huelga del metal que se vive en galicia se traslada a concesionarios de coches, fontanería y demás comercios particulares que tengan la más mínima relación con el metal y que se obligarán a cerrar.

Es decir, o conmigo o contra mí. Y en este caso, la huelga que empezó en el sector naval para una mejora en el convenio colectivo (como siempre referente al sueldo), se ha trasladado a todo aquel que no tenga nada que ver en el asunto y que simplemente pase por allí.

Y que a nadie se le ocurra decir que lo que están haciendo es una animalada y una burrada, pues entonces ya se nos tacha de "Fachas, Peperos, Nazis, Asesinos, etc" (parece ser que en el diccionario de los sindicatos todas esas palabras son sinónimos).

Si analizamos el derecho de huelga (dentro de la propia constitución española, así como en la Ley Orgánica de Libertad Sindical) lo que encontramos es lo mismo que en cualquier otro derecho... un Derecho tiene valor hasta que choca con la Libertad y el Derecho de otros. Y en este caso el derecho (totalmente legítimo) que tenían los huelguistas a protestar y buscar una mejor compensación a sus trabajos ha dejado de ser una protesta válida para ser un mero acto de vandalismo contra los demás.

Cuando los que protestan se meten en los negocios de los demás, impidiendo el libre comercio, la competencia y lo que es más importante (y de lo que nadie habla nunca), los sueldos y trabajos de muchas personas, ya no pueden legitimizar sus protestas.

Es como si una persona dice que la pena de muerte es un crimen, otra dice que es un acto moralmente aceptable, y la primera mata a la segunda para validad su opinión.

Es absurdo... pero aún así se permite.

El sindicato en España está diseñado para vivir bien (me refiero a esos Grandes Sindicatos Nacionales o Autonómicos) los que están arriba haciéndoles creer a los de abajo que lo hacen todo por ellos... cuando en realidad sólo es así de cara a la galería.

El ejemplo más claro lo tenemos en que cuando se trata de ayudar a un trabajador, lo primero que se busca es saber si habrá "Foto" o si habrá repercusión (periódicos, televisiones, etc.). Una vez eso se sabe, la actuación del sindicato es distinta.

Ahora tenemos que los huelguistas de vigo se dedicaron a romper, destrozar y machacar todo tipo de negocios durante las manifestaciones. Lanzaron tornillos industriales al suelo (con las consiguientes ruedas destrozadas). Quemaron contenedores (lo típico). Destrozaron cajeros automáticos (volvemos a lo de siempre)...

Y claro... a ver quien es el chulo que dice nada pues si lo hacen son unos "fachas", "peperos", etc.

Luchar por lo que es justo es un derecho que nadie puede negar. Pero cuando esta lucha ya no trata de justicia, sino de venganza y rencor (sobre todo hacia aquellos que no los apoyan, pero que no tienen nada que ver en sus reivindicaciones); deja de ser algo justo para ser un crimen.

Pero claro... queda muy bonito decir que esto está bien. Que las huelgas son un derecho. Que la gente tiene el "deber" de apoyarlas (que rápido se pasa del derecho al deber cuando interesa). Sobre todo si los que lo dicen ya tienen su plato de comida en el plato, si saben que sus hipotecas ya están pagadas y sus sueldos no peligran.

Es muy fácil ser el "bueno" en estos temas...

Cuanta hipocresía hay en el mundo... y cada día que pasa se ve más de ella

Trabajar es algo que hay que hacer para ganarse el pan. Las luchas por lograr un mejor empleo, un mejor sueldo, unas mejores condiciones son algo digno y muy loable. Los crímenes que se cometen en esas luchas son crímenes, da igual cuando y donde se hagan.

En este caso concreto, del metal luchando contra concesionarios... ¿Quién sale ganando? Creo que nadie... los concesionarios ya están de capa caída gracias a la crisis... y si ahora aún encima les cierran los negocios... ¿Cuantos empleos se destruirán así?

Dicen que esto lo hacen por los trabajadores... ¿Alguien se ha planteado quién es el principal perjudicado de estas acciones? Dudo mucho que la empresa BMW, Citroen, Mercedes, etc. siquiera note esta acción. Así pues los que lo notarán serán los trabajadores de los concesionarios de estas marcas... gente que sólo está ahí como están los del metal, trabajando para un tercero que es el que les da el sueldo.

Si en lugar de atacar al que les da el sueldo se ataca al propio trabajador de abajo, ¿Qué sentido tienen estas acciones?

La respuesta es simple: Incordiar. Es una respuesta muy española... no me importa quién seas, pero si yo no lo tengo, tú tampoco.

Al final los que estaban arriba antes, seguirán estando arriba, y aún mejor, con la excusa perfecta para hacer EREs (al no abrir no se vende, al no vender, no se gana, al no ganar, hay pérdidas... ERE) y echar a la calle a todos los trabajadores que quieran.

Al final el único perjudicado es el trabajador.

Y aún así, sabiéndolo, se siguen haciendo estas barbaridades... ¡Qué País!

lunes, 15 de junio de 2009

Dentistas Americanos

Esta entrada está dedicada a mis sobrinitas, para que sus papis se lo piensen muy mucho antes de que sea tiempo de ir al dentista (aún les quedarán unos añitos para ello).

A disfrutar de la "Anestesia Americana" ;)



(Yo quiero una anestesia así, la verdad)

martes, 2 de junio de 2009

Politicadas

Politicadas: Dícese de aquellas acciones de los políticos cuyo único fin es el de dejar con la boca abierta a todos los que tengan un mínimo de sentido común.

Ya sé que se trata de un término nuevo, recién inventado por mí... pero en este caso creo que es la única palabra que puede definir con un poco de racionalidad lo que ocurre en el mundo político.

Expondré el caso para así poder aclarar un poco el asunto.

Resulta que hace unos días leo en el periódico que se aprueba una partida presupuestaria para hacer un polideportivo en mi pueblo. La razón de dicha acción se debe a que "el actual no cubre las necesidades de los ciudadanos".

Cuando lo leí me quedé de piedra.

Mi pueblo es un lugar típico de la Galicia profunda, es decir, cuatro casas y cuatro gatos (bueno... gatos unos cuantos más, pero no viene al caso hablar de la promiscuidad felina). Hace años se hizo un polideportivo cubierto en el que se podía jugar a tenis, futbol sala, baloncesto, etc.

Creo recordar que lo usé un par de veces a lo sumo... y siempre porque en el colegio, a veces, se solicitaba ir allí a hacer la clase de educación física.

Cuando se solicitaba en el ayuntamiento las llaves del polideportivo, la respuesta era siempre similar: "No se puede usar que se estropea" (no nos lo decían así, pero más o menos era lo que nos querían decir).

Ese polideportivo está como el primer día (es lo que tiene no usar las cosas). Y ahora que el pueblo está mucho más envejecido que antes (que ya es decir... al menos antes aún había niños en la escuela... ahora creo que el colegio público suma unos 70 niños en todos los cursos de primaria... y porque vienen de otros pueblos), es totalmente absurdo gastar dinero en tirar este edificio para hacer otro que tampoco se usará.

Por otra parte, hace un par de meses hubo una obra (otra de esas politicadas) que ocasionó una ruptura en la traída de agua del pueblo. Para arreglarla hubo que abrir las calles para encontrar las distintas fugas y arreglarlas.

La avería se arregló, pero las calles siguen abiertas.

Se destinan casi 100 millones de las antiguas pesetas (en concreto 501.000 euros) a la destrucción y creación de un polideportivo, pero no hay dinero para arreglar las calles.

¿Como definimos esto? Creo que Politicadas es una buena palabra. Nos dice que para los políticos lo único que importa es tender la mano al cazo, aprovecharse de las distintas situaciones, cobrar grandes sueldos, cobrar mayores comisiones, robar todo lo posible y más... y siempre, siempre, olvidarse de lo que realmente importa: los ciudadanos.

¿De quién es la culpa? De todos nosotros, que aceptamos esta opresión por parte de las clases dirigentes y no hacemos nada por remediarlo. Aceptamos que nos maltraten y nos roben bajo la premisa de que da igual, siempre podría ser peor.

Y la verdad es que nos merecemos todo lo que nos pasa, pues si no somos capaces de levantarnos y hacer algo para remediarlo, es todo culpa nuestra.

En las nuevas elecciones que tendremos dentro de poco (las europeas del próximo domingo), los políticos estarán encantados con nosotros. Pues como ya nos da igual todo lo que nos hagan, nuestra respuesta será la de siempre:
  • Estarán los que votarán a su partido de siempre
  • Estarán los que votarán en contra de su partido de siempre como castigo
  • Estarán los que no votarán o votarán nulo
Y son estos últimos los que más cuentan y al mismo tiempo los que menos importan. Cuentan porque con su rechazo demuestran que la política está podrida y no sirve para nada (mi estimación es que la abstención del domingo superará el 60%), pero al mismo tiempo son los que menos importan porque el no votar da más poder a los pocos que votan y por lo tanto a los votados. El no votar significa que cada vez podrán hacer más con menos apoyos. El no votar significa que nos merecemos lo que nos pase.

Entonces me diréis... ¿A quién votar? La respuesta es simple... si todos los que estamos cansados de toda esta mierda votásemos, tendríamos un 60% (Asumiendo esa abstención) de votos a repartir entre todos esos partidos minoritarios que nunca sirven para nada y que están sólo por hacer bonito y que así los grandes puedan decir que existe pluralidad. Si todos votásemos, a unos u otros de los que nunca salen, al final saldrían... saldría mucha gente que sin lugar a dudas robaría como los demás, pero que, tal vez (sólo tal vez) entre todos existiera alguien honrado que nos devolviese la esperanza en la política... y sólo mediante la aparición entre todos los corruptos que ahora nos inundan podría brillar, y haría que la gente se diera cuenta de que esto no sirve para nada.

Debemos movernos de una vez para evitar estas Politicadas que nos inundan día sí, día también.